miércoles, 16 de julio de 2008

Opinion sobre ``La nación dominicana en el siglo XXI`` y comentarios adicionales

Opinion sobre ``La nación dominicana en el siglo XXI``

Al iniciar la lectura de tu articulo no deje de pensar en el hoy y en el mañana, mañana que se ve gris algunas veces pero que con voluntad gubernamental y ciudadana podria ser blanco como las directrices de tu articulo que en el fondo no es mas que un llamado al amor a la patria acorde con los nuevos tiempos y los avances en la tecnologia de la informacion.Escritores llanos es que nos hacen falta para enterder nuestro entorno y hacia donde vamos, tu pluma es elocuente y concisa o simplemente realista.

Comentarios adicionales del ciberespacio

En 1984 el escritor William Gibson en su novela de ciencia ficción Neuromancer propuso el concepto de Ciberespacio, definiéndolo como "Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se les enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la información abstarída de los bancos de datos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información. Como luces de una ciudad que se aleja".

A partir de esta perspectiva, el Ciberespacio se considera como una matriz electrónica de interconexión entre bases de datos digitales a través de los sistemas computacionales conectados en red. Un nuevo espacio que se superpone cada vez con mayor fuerza a la geografía real de los paisajes empíricos y en el cual se puede interactuar (Gibson, Barlow, Dery, Dertouzos, Echeverría) para ser dominado como etapa posterior a la ocupación terrestre (Nora, Capel).Para empezar, recordemos que en antropología social, el concepto de espacio no coincide con el de territorio físico. Existe el espacio social, el espacio cognitivo, el espacio simbólico, el espacio estructural, y pueden, o no, estar basados o coincidir más o menos con el espacio entendido como un lugar geográfico —con sus coordenadas exactas. Por ejemplo, dos poblados pueden ser vecinos a una distancia de unos centenares de metros, pero debido a que pertenecen a otra lengua-etnia, la distancia social y la representación cognitiva y simbólica de su ubicación, la convierten en una distancia estructural equivalente a decenas de kilómetros físicos.

José Luis García García, un pionero de la antropología social de la Universidad Complutense de Madrid, lo explicaba ya a mitades de la década de los setenta en su investigación Antropología del territorio (1976), basándose en trabajos de campo llevados a cabo en dos comunidades rurales de Asturias. Argumentaba García, que "espacio" en antropología implica el espacio físico territorial, pero también el tratamiento sociocultural que se le da al mismo. Esto significa que el territorio, como concepto antropológico, es el espacio donde ocurren las relaciones socioculturales—que tiene en cuenta el núcleo habitado, pero también el entorno donde la vida comunitaria transcurre (García, 1976: 19). Estas relaciones le imprimen al territorio un carácter subjetivo, ideológico, simbólico, ya que actúan como una mediación capaz de semantizarlo. Por eso, todo territorio habitado es un espacio socioculturalizado, y en consecuencia, es a partir del espacio social que cobra sentido el territorio (ibíd.: 21).

Existen dos formas de semantización territorial, vinculadas desde el estructuralismo a dos mecanismos fundamentales del pensamiento humano: la territorialidad metonímica y la metafórica, si bien ambas nunca aparecen desconectadas la una de la otra (ibíd.: 97). Está última hace referencia a la formalización simbólica que hace que un campo semántico sea relativo a una estructura social; o en otras palabras, que ciertos símbolos connoten mediante el proceso metafórico ciertas relaciones humanas. Por ejemplo, en una comunidad social físicamente localizada, unas creencias o mitologías están asociadas a lugares concretos o a cuerpos determinados, como las cosmologías antropomórficas que recaen sobre animales, vegetales y accidentes geográficos, y son representaciones simbólicas de jerarquías sociales o de reglas de conducta. Por eso, la semantización metafórica apela a una estructura formal estática y tiende a la sincronía.

Por otro lado, la territorialidad metonímica, apela al significado del espacio en el proceso temporal, en el contexto cultural de su realización concreta. Se trata de lo que García llama la "movilización de los signos", dónde se dan substituciones de sentido, desplazamientos y condensaciones semánticas (ibíd.: 142). Por ejemplo, durante un ritual de iniciación, todos los miembros implicados tienen prescritos ciertos movimientos espaciales por el territorio, donde cada lugar va adquiriendo un distinto sentido en cada fase: el significado del espacio va mutando (aldea, bosque, choza de exclusión, casa de solteros) y substituyéndose según los papeles sociales que asigna el ritual (neófito, grupo de iguales, iniciado, niños, adultos, mujeres, etc). Por consiguiente, la semantización metonímica nos remite a una estructura contextual y tiende a la diacronía.


Comunidades colaborativas en el ciberespacio

Uno de los temas en los estudios del ciberespacio que suscitan un incuestionable interés es cómo surge y es capaz de mantenerse la colaboración. Más allá del respaldo emocional característico de muchas comunidades (Reinhgold, 1996), llama poderosamente la atención la capacidad desarrollada por agrupaciones humanas en Internet para acometer proyectos de gran calado centrados en la producción informacional, la elaboración de productos informacionales, ya sea software, noticias, artículos especializados para enciclopedias, etc.

Los conceptos acuñados para referirse a los fenómenos de colaboración en el ciberespacio han sido múltiples y han llegado desde diferentes disciplinas: inteligencia colectiva (Contreras, 2003), comunidades de open-source intelligence (inteligencia de código abierto) (Stalder y Hirsch, 2002), common-based peer production (producción compartida entre iguales) (Benkler, 2002), creación colectiva (Casacuberta, 2003), estilo bazar (Raymond, 2000), cooking-pot markets (Ghosh, 2002) o gift economies (Rheingold, 1996; Kollock, 2002). Para el caso de la comunidad y el fenómeno que nos ocupa, los weblogs, se han acuñado denominaciones propias para bautizar este tipo de producción de información como el de micro-medios o nano-medios, periodismo participativo (Bowman, Willis, 2003), open-source journalism (periodismo de código abierto), sistemas de mass media colaborativos (Rafaeli, LaRose, 1993) (1) .

Todas ellas hacen referencia al mismo fenómeno: una cierta forma de cooperación voluntaria, estable en el tiempo, cuyo objetivo es la producción de información y conocimiento, dentro de comunidades informales en el ciberespacio que se gestionan de forma autónoma.

El ejemplo más visible de una comunidad colaborativa de este tipo es la reunida en torno a la creación del software libre o software de código abierto (2) . Aunque la comunidad de software libre es el ejemplo más visible no es el único caso de un fenómeno que Yochai Benkler describe como "grupos de individuos que colaboran exitosamente en grandes proyectos siguiendo un conjunto de motivaciones variadas y señales sociales, más que a partir de los precios del mercado o ordenes de gestión" (Benkler, 2002:2). Dicho modo de producción de información y conocimiento se ha extendido a otras ámbitos centrados en la elaboración de noticias de forma colaborativa como los weblogs (3) , el desarrollo de enciclopedias como la Wikipedia, etc (4) .

Muchas de estas comunidades mantienen dos objetivos básicos: (i) un planteamiento de comunidad abierta que permite que cualquier usuario participe en ellas libremente, esté o no registrado o sea completamente anónimo, y (ii) el filtrado de la información significativa para la comunidad, desde comunidades como la del software libre hasta aquellas reunidas en torno a la Wikipedia o weblogs colaborativos, todas ellas asumen el planteamiento de que no toda la información tiene el mismo valor para la comunidad. Son pues comunidades abiertas, con una jerarquía organizacional muy limitada, donde los privilegios están ampliamente repartidos (5) entre todos sus usuarios, pero que mantiene una estricta jerarquía sobre la información. Para resolver estos objetivos encontrados las comunidades disponen de mecanismo técnicos que establecen una organización social altamente horizontal mientras organizan la información de manera jerárquica.